Muchas cosas podrían evitarse si tan solo se comprendiera que las redes sociales no son un medio en el cual exponer la vida personal.

Los dos extremos se difunden por igual, los que quieren exhibirse los que quieren evitarlo.

Recientemente una jovencita de 15 años se suicidó porque un enojo con el novio promovió que publicaran un video de ella bañándose, en la era del Bullyng es una situación difícil de superar en una edad en que la personalidad y la madurez pelean los espacios de lo importante o lo descartable.

Como sea, la exposición, ya sea temprana, tarde, consentida o no ha cambiado las formas en que la sociedad manifiesta sus actitudes, la crueldad parece ganarle a las buenas acciones, los adolescentes cada vez apuntan más alto en sus estrategias para destacar, cosa que muestran muy bien las películas de adolescentes torturados cuya reacción es la de vengarse.

Es notable que la idea de la venganza en un joven que siente que tiene el poder de ejecutar cualquier acto a una edad temprana, sea uno de los aspectos que hay que combatir, la adolescencia es una época de formación del carácter, y la palabra moral tiene mala prensa, pero la idea de que cualquier acto de venganza contra el otro es válido y las consecuencias son previsibles es uno de los factores que conducen a las malas decisiones.

Los establecimientos educativos, otrora centro de atención al estudio, tienen que incorporar, como se hacía en el siglo XIX, normas de comportamiento, pero no al estilo normativo, sino ejemplar, recopilar historias, sensibilizar a los jóvenes sobre las circunstancias de los otros y de erradicar, de alguna manera, toda forma de discriminación, cuya peor cara es el bullyng pero no la única.

Los jóvenes de hoy son los adultos del mañana, que crecen sin control de las emociones de rechazo que crean los prejuicios, si bien se consideran que nacen en el ambiente doméstico, el espacio para notarlo es la escuela, y también parece buen momento para neutralizarlo.

Mientras se siga manteniendo la idea de que la educación personal es de la casa y la de formación es la escuela, los chicos toman el atajo, el mismo que los grupos gregarios tienden a desarrollar, la valoración propia basada en la desvalorización del otro, actitud que continúa en la adultez, cuando en la vida profesional se intenta realzar en trabajo personal descalificando el de otros.

Algo se está haciendo mal en la educación que es cada vez más notable la cantidad de jóvenes que consideran gracioso atentar contra otros, la crueldad en la adolescencia es uno de los monstruos a dominar que es obligación para llegar a convertirse en un adulto sano.